Como por arte de magia, esta
semana apareció en las clases de tres años una bolsa en la que encontramos un
objeto que no habíamos visto antes y comenzamos a discutir sobre lo que podía ser
aquello:“Parece una campana”,“¡No! Es un
cencerro!
Efectivamente, entre todos pusimos nombre a aquel objeto pero ¿qué hacía un cencerro en nuestra clase?, ¿quién lo había dejado allí?...
Efectivamente, entre todos pusimos nombre a aquel objeto pero ¿qué hacía un cencerro en nuestra clase?, ¿quién lo había dejado allí?...
Todo era muy extraño, menos
mal que junto a él encontramos una carta que nos aclararía aquel misterio. Leímos
con atención y encontramos tres pistas:
1- Soy un
animal. Así que no podía haberlo
perdido ninguna persona, ni papá, ni mamá, ni la seño,....
2- Ando a cuatro
patas. Por tanto, no podía ser de un
pato, ni de una serpiente pero sí de un perro, de un gato, de una oveja, de una
vaca...Ya quedaban menos opciones.
3- De mis ubres
sale leche. Aunque también dan leche la
oveja y la cabra, supimos que el cencerro era de una...¡VACA!
Seguimos leyendo la carta en
la que la vaca estudiosa, que así se llamaba, nos pedía ayuda porque había venido
a nuestro cole a estudiar y se había olvidado su cencerro. Claro que le
ayudaremos pero hay un problema, esta vaca es estudiosa pero también muy
despistada y se le ha olvidado dónde vive. ¡Vaya problema...! Tendremos que
investigar sobre las vacas y descubrir donde vive para devolverle el cencerro.